25 ANIVERSARIO DEL CÓNCLAVE QUE ELIGIÓ AL PAPA LUCIANI
Recuerdos del arzobispo de Manila, el cardenal más joven en los dos cónclaves de 1978
por el cardenal Jaime L. Sin
El tiempo ha pasado de verdad rápidamente. Parece que fue ayer cuando llegué a Roma para participar en las dos elecciones papales. Fue el papa Pablo VI, de feliz memoria, quien me creó cardenal en mayo de 1976. Tenía entonces 47 años, era el cardenal más joven. El papa Pablo VI fue un Papa austero, pero afectuoso. Fue muy firme a la hora de reafirmar las enseñanzas de la Iglesia (como se ve, por ejemplo, cuando publicó la encíclica Humanae vitae), pero en virtud de su formación diplomática era también alguien que sabía escuchar. En el cónclave de después de su muerte yo seguía siendo el cardenal más joven, así que me tocaba a mí hacer de “portero”. Era el que asistía a los cardenales más ancianos o enfermos. Recuerdo la noche que ayudé también al patriarca de Venecia Albino Luciani. Era una persona muy sencilla, humilde y apacible. Me gustaba mucho su sonrisa. Le tomé la palma de la mano fingiendo que iba a leerle el futuro. Y le dije bromeando que sería el próximo papa. No le agradó la broma y me dijo que me volviera a mi celda. El día siguiente fue elegido papa, y la historia lo conoció como Juan Pablo I, el Papa sonriente. Su reinado fue muy breve, pero dejó un signo profundo.
Durante el cónclave que eligió al Papa actual yo seguía haciendo de “portero”. Estaba sentado cerca del cardenal polaco Karol Wojtyla. Noté que era un tipo muy estudioso y meditabundo. Estaba tranquilo y prefería mantenerse apartado. Llevaba siempre consigo un libro (creo que era de filosofía). Él nunca hubiera pensado que iba a ser elegido papa. Después de todo, estábamos acostumbrados a tener un Pontífice italiano. Pero para sorpresa suya y de todo el mundo, tras varias votaciones fue elegido vicario de Cristo.
El mundo estaba inquieto frente al primer papa polaco de la historia. Creo que él lo sabía, y por eso sus primeras palabras durante su coronación fueron: «¡No tengáis miedo!». Y no tenemos miedo, porque en el papa Juan Pablo II tenemos a un pastor valiente, incansable e inspirado. En los últimos veinticinco años Juan Pablo II nos ha guiado en caridad y santidad.
Me uno a todo el mundo para dar gracias al Señor por habernos enviado un gran don, un verdadero pastor, vanguardia de la fe, promotor de la paz y campeón de la persona humana. ¡Viva el Papa!